EL CHE
Armando Martínez Verdugo (+)
Ernesto Guevara de la Serna es un héroe de la América insurrecta. El mundo entero le conoce y le reconoce valores que sólo provienen de humanos que de la lucha por realizar sus sueños hacen un modo de vida. Los sueños de El Che son universales porque son los sueños de los pueblos del mundo. Jóvenes y viejos, mujeres y varones, negros, blancos o amarillos, griegos, congoleños o mexicanos sueñan con un bienestar humanizante, sueñan con la libertad, sueñan con un mundo sin agravios, sin opresiones, sin miseria. Los trabajadores en todo el globo terráqueo otorgan un ilimitado valor a la solidaridad, a la honestidad, a la lealtad, al espíritu de servicio y de sacrificio, a la firmeza, a todas aquellas cualidades que en última instancia crisolan en el amor y en la amistad con los demás. Por todo esto combatió con extraordinario denuedo y ofrendó su vida el guerrillero heroico. La ofrendó en un mes como éste, en el octubre heroico.
Desde aquí, nosotros rendimos homenaje al Che, tratando de imitar aunque sea unas pocas de sus cualidades; sobre todo esa que fue uno de sus rasgos más sobresalientes: luchar sin descanso, no dar tregua al enemigo, mantener siempre la continuidad de la lucha.
I
El significado histórico de El Che como el prototipo del revolucionario claro y firme en sus convicciones, consecuente con la responsabilidad ante la lucha asumida, de entrega en cuerpo y alma a la realización de las tareas contraídas, de un alto protagonismo, polemista sin tregua y de una casi inalcanzable moral revolucionaria, es un significado que nadie puede objetar, ni aun sus detractores y sus peores enemigos.
El Che es una prueba irrefutable de que cuando los pueblos se apropian de una teoría revolucionaria, la revolución está en curso. El Che dio al mundo uno de los argumentos más convincentes de que los comunistas auténticos están hechos de una perspectiva amplia, compleja y casi sin riberas; que los comunistas verdaderos están forjados en un humanismo que es amor a la vida, a la felicidad, a la solidaridad que carece de límites. El Che es el modo de vida a la que aspira todo revolucionario anticapitalista. Él murió dando vida eterna a la causa libertaria del proletariado mundial, de todos los oprimidos, de todos los excluidos y marginados. Dio su vida por una vida auténticamente humana o, como decía Marx, para que se realice en la Tierra el “ser genérico humano”. El Che era meticuloso en su preparación para el combate. Dicen que cuando se alistaba para marchar a Bolivia cuidaba sus pies como un esteta cuida su figura, pues sabía que unos pies sanos y fuertes pueden ser garantía de la continuidad revolucionaria de un individuo. Murió con la cara al futuro, sabiendo que su muerte no sería en vano.
II
Si había un enemigo de las apologías y las exaltaciones insensatas, ese era El Che. Las adulaciones no iban con una personalidad como la suya, tan humilde en su grandeza, tan íntegro y vital en sus íntimos empeños. El Che exige una valoración justa de su herencia y de su memoria, que no le reste valores pero que tampoco se los agregue sin justificación alguna. Por lo demás, El Che no necesita florituras.
Por ejemplo, en un aspecto básico para todo cambio verdadero, radical e irreversible, como es la llamada vía de la revolución, El Che ocupa un lugar específico en la revolución cubana. Para entenderlo puede ser pertinente colocarlo, sin demérito para nadie, en una relación con uno de sus maestros más inmediatos y certeros: Fidel Castro Ruz. Un parangón entre estos dos gigantes de la teoría y de la práctica de la revolución latinoamericana puede ayudar a una precisa valoración histórica de El Che y hacer que al César se le dé lo que corresponde al César; no más y no menos; sin menoscabo para nadie de los aportes que están ya firmes en la memoria histórica de los pueblos del mundo.
Yo he propuesto una construcción conceptual para ubicar una aproximación al contenido efectivo del papel de la personalidad revolucionaria en la historia. Es una construcción, es decir, es convencional; no se pretende la mera neta, la verdadera verdad. Es propuesta, que en algo puede ayudar.
Para mí, en la definición de la vía de la revolución en Cuba El Che fue un dirigente no un líder. El líder fue Fidel (lo cual, por cierto, es reconocido por el mismo Che en su carta de despedida). Me explico.
Líder es aquella persona o grupo de personas que crean o construyen una idea, una propuesta (inventan algo, en el sentido productivo del término) que tiene un alto grado de originalidad (nada hay totalmente nuevo, totalmente original). El líder posee una voluntad para dar a conocer la propuesta, la idea, para difundirla y arraigarla; tiene capacidad para construir o formar el medio o el vehículo (no necesaria ni básicamente como cosa o instrumento), un grupo de personas que hacen suya aquella propuesta, la asumen y la difunden, la “socializan”, la introyectan en muchos más, ayudan a su implementación; pueden incluso universalizarla o asentarla simplemente en círculos amplios de personas. El instrumento-colectivo juega un papel esencial en todo esto, pero, en este texto, no es intención hablar sobre ello. El líder es el creador, los que “socializan” y universalizan la propuesta son los seguidores. Entre éstos hay, dijéramos, seguidores muy alejados del proceso de creación por parte del líder, y hay seguidores que casi son líderes, que incluso llegan a hacer aportaciones importantes a la creación con alta originalidad. Estos son los dirigentes. Éstos, pues, no son los creadores, pero son tal vez innovadores en las maneras de universalizar la creación del líder.
En la Cuba pre-revolucionaria, durante mucho tiempo los luchadores planteaban que la forma de lucha más determinante para la revolución era la huelga general, y, por lo tanto, el trabajo revolucionario debía priorizar y concentrarse en las grandes ciudades, mejor aún en la capital, y en los obreros industriales o en los trabajadores de los servicios. Simplifico para efectos de entendimiento. Llegó Fidel, como dice la canción, y dijo ¡No! La guerra de guerrillas, el establecimiento de las fuerzas revolucionarias en el Oriente del país (Sierra Maestra) y la priorización en la labor con la población de esa región, es decir, rural, cimenta la propuesta-creación. Así lo había hecho Mao en China. La Internacional le indicó que debía priorizar el trabajo en las ciudades, con la clase obrera, para organizar la huelga general que se desarrollara a insurrección. Allá Mao y su grupo dijeron “¡Sí!” (sólo para no contrariarse con Iosif Visarionóvich), pero en los hechos se fueron al Junán, a trabajar con campesinos y trabajadores del campo, con un recurso que se llamó PCH y Ejército Popular. Se habla así de la vía de la guerra popular prolongada, a diferencia de la vía de la insurrección armada o de la huelga política que se desarrolla a insurrección armada (la Rusia de los bolcheviques).
Fidel fue el creador de una propuesta de vía, propuesta que poseía una alta originalidad. Fidel tenía una elevada vocación de realización de esa propuesta. Fidel tuvo la capacidad de formar el vehículo (el 26 de Julio y todo lo demás) y conducir a este medio a la realización de la propuesta. Pero Fidel no hubiera podido conseguirlo sin los grandes dirigentes que aglutinó y formó. El Che fue el más lúcido, el más creativo en la implementación de aquella propuesta, el que la llevó a la cumbre de la universalización. El genio constructor, la dedicación sin límite, la energía y la inteligencia de El Che dieron a la obra de Fidel una de las más grandes contribuciones a la realización de la vía revolucionaria en Cuba. A la propuesta se la intentó generalizar alejada del terreno histórico que la germinó, con los resultados lamentables ya conocidos. Se la empobreció, se la simplificó bajo la figura de la “teoría del foco”. Pero El Che fue uno de los artífices fundamentales de la realización de la propuesta original para las condiciones concretas de Cuba, que estaba por encima de aquella simplificación.
La grandeza de El Che (inseparable de Fidel, de Cuba, de la revolución cubana, de América Latina, del mundo de su tiempo) se basa en muchas otras contribuciones a la revolución latinoamericana y mundial; contribuciones que habrá que poner de relieve a fin de contar con una visión más integral y completa de este revolucionario ejemplar.
Lunes 9 de octubre de 2017.