Personajes pintorescos de Tlapa
Por Benjamin Romero Ureiro
El siguiente testimonio es producto de la historia transmitida por la tradición oral y de observaciones propias.
Un personajes pintoresco designa a una persona extravagante, rara y poco común pero la situación de las personas mencionadas no son excepcionales sino que son signos y síntomas de nuestras contradicciones sociales.
En las siguientes líneas se pretende esbozar una faceta, vista por muchos pero también ignorada, de la que poco se habla y menos aún, se atiende. Son casos que expresan las enfermedades morales y sociales de nuestra sociedad local. Los ejemplos que a continuación se señalan son sólo cuestiones particulares de problemáticas generales.
Intentaremos describir a personajes típicos que han deambulado y deambulan aún por el corazón de la montaña guerrerense. Han sido vistos por muchos pero asimismo suelen pasar desapercibidos, negados, ignorados e incluso maltratados por autoridades y personas sin una mínima empatía con el prójimo.
El Chango
También conocido como El Zurco o El Miyagui. Es un anciano indigente que por muchos años habitó en los portales de la plaza central de nuestra ciudad. Se dice que la ingratitud de sus hijos fue la causa de su abandono y la razón por la que fue orillado a vivir en la vía pública. Indígena de la etnia Ñu Savi, pasaba el tiempo haciendo mandados a los comerciantes del mercado municipal. A veces tiraba la basura o barría las banquetas para ganarse unos pesos de propina y tener para un taco. Dormía en el suelo y soportaba los fríos de invierno. Algunos adolescentes traviesos molestaban al Chango tirándole residuos de elote (olotes) o frutas podridas, él los perseguía para darles su merecido y los chavales creían que éste jugaba con ellos aunque nunca era así. El Chango fue una persona trabajadora, pacífica y honrada, a pesar de todo.
Se especuló que un personaje que fue alcalde de la ciudad, Willy Reyes Ramos, le prometió (cuando anduvo en campaña electoral) construirle una vivienda, pero ello solo quedó en una promesa incumplida. Conocí al Chango desde que era un niño y lo vi andar por las calles del zócalo sin que su condición haya cambiado en lo absoluto a la hora de su muerte.
La Chucha Peso
La Chucha Peso ya no la conocí, pero cuentan los más viejos que era una mujer cantinera y, por ende, alcohólica. Solía pedir un peso a los hombres que frecuentaban las tabernas y completar para una cerveza más. A cambio de ello ofrecía sus caricias, su compañía y hasta los favores sexuales para su sobrevivencia cotidiana. Se desprende de esto que la Chucha Peso ejercía también la prostitución como recurso para mitigar su pobreza. Nuestro personaje legendario quizás sea la pionera de un fenómeno, hoy más agudizado que antes; la proliferación de jovencitas que trabajan en las cantinas de nuestra ciudad vendiendo caricias, compañía y sexo por razones económicas. Es un fenómeno de trata de personas en el que no está muy claro quiénes son los responsables específicos (no me refiero a nivel general o global, pues en este caso diríamos que son contradicciones de un tipo específico de sociedad; me refiero más bien a responsables materiales, a personas con nombre y apellido). Sin embargo, podemos sospechar que son los propietarios de las cantinas los que enganchan a las jovencitas para ser un “atractivo” de sus negocios. Lo que sí parece ser un dato fidedigno es que las autoridades municipales se aprovechan y lucran con la situación de estas personas cobrándoles altas cuotas para obtener un permiso y dedicarse a dicha actividad.
El Raúl, El Chandi o El Náufrago
El Raúl es un indígena mixteco que fue soldado del ejército mexicano. Tuvo, pues, una formación militar, aunque no ha de haber pasado de soldado raso. Raúl llegó a enamorarse de una gringa (mujer norteamericana) que llegó a corresponderle. Posteriormente, ese romance terminó en tragedia, ya que la relación amorosa terminó y dicha mujer, en venganza, le tendió una trampa. Consistió ésta en hacer que bebiera una pócima (pudo haber sido toloache) que le produjo desde entonces la locura. Lo más probable es que a raíz de esta situación a Raúl lo hayan dado de baja en el ejército. Ahora sí que, literalmente, una mujer fue su perdición o la causa de su desgracia. A Raúl se le ve todavía caminar por las calles de la ciudad. Es un loco pacífico, trabajador, su figura aún es esbelta. Duerme en cualquier rincón en que lo sorprenda la noche. Más de una vez me tocó convidarle un taco o darle algunos pesos como un gesto solidario. Es de resaltar que su castellano es fluido, pues también tuve breves conversaciones con él y descubrí que aún le queda una buena dosis de coherencia en su lenguaje. Raúl camina incansablemente por las calles sin rumbo fijo, va y viene. De repente comienza a reír y a hablar solo. Una de sus peculiaridades es que cuando camina, de pronto marcha y hace movimientos como militar, cual guerrero disciplinado de sus mejores tiempos.
El Arquitecto
Del Arquitecto no podemos decir mucho, pero sé que es una persona en estado de locura perteneciente al grupo étnico de los nahuas o me´e phaas. Es un loco pacífico, es decir, no molesta ni habla con nadie. Su caminar es lento y no se sabe cómo obtiene sus alimentos, ya que no trabaja. Probablemente subsiste a base de limosnas económicas y alimenticias de la gente dadivosa.
El rasgo principal del Arquitecto es que siempre anda cargando consigo un costal blanco lleno de cosas. Es un misterio lo que guarda en dicho costal, aunque a juzgar por su hábito de dibujante es posible que ahí guarde celosamente todos los dibujos que ha elaborado. De hecho, su apodo se debe a su hábito de dibujante, actividad que también le pudo merecer el epíteto de El Pintor. Por lo general, al Arquitecto siempre se le ve sentado o parado en algún punto fijo y distinto de la ciudad, por ello se le ve también, comúnmente, dibujando. Es rara la ocasión en que se le sorprenda caminando porque pasa largos ratos dibujando, como si el dibujar fuera la actividad que lo hace feliz, como si con dibujar nos quisiera mandar el mensaje de que una profesión frustrada puede llevar a la locura, pero que ni esta condición es obstáculo para realizar un apasionado anhelo.
El Gallo Gallo
Se llamaba Diego, ya murió. Lo mató el alcoholismo. La enfermedad concreta fue cirrosis hepática. Era una persona mestiza que vivía solo con su mamá, una anciana de edad avanzada. El Gallo Gallo ha sido, desde mi punto de vista, el borracho más conocido de nuestra ciudad. Caminaba por las calles de la ciudad, sobre todo de la colonia Centro a cualquier hora. Era común también verlo subir por las calles de su colonia rumbo a su casa acompañado de su mamá, quien lo iba sacar a cinturonasos de las cantinas para llevárselo a su morada. Cuántas vergüenzas hizo pasar el Gallo Gallo a su pobre madre, jamás hizo algo que hiciera feliz a la anciana. La gente daba consejos al Gallo Gallo pero poco hizo caso. Creo que varias veces estuvo anexado y asistió a instituciones de Alcohólicos Anónimos en busca de ayuda que no fue suficiente o que no supo o quiso aprovechar. No se saben las razones que llevaron al Gallo Gallo a caer en el vicio, pero seguramente fueron problemas fuertes e incapacidad por resolverlos y superarlos. El Gallo Gallo usaba botas de mariachi, era grosero, gritaba y cantaba a su paso por las calles. Su frase más típica era: “yo soy un gallo”. Decir que alguien es muy gallo equivale a decir que se es muy hombre o muy macho. El Gallo Gallo cantaba muchas canciones pero había una que era recurrente. Decía más o menos así: “…mira lo que me encontré mi amor…”. El Gallo Gallo fue un personaje más de los que se han mencionado aquí y que caracterizo como tristemente célebres. Existen otros casos más como El Bilo, El Camilo, La Tella, El Escuadron de la Muerte (un club de borrachines), La Bruna (La mujer de los mil moños), El Miguel (un caso de alcohólico que tuvo la capacidad de regenerarse), El Rambo, etc. No es nuestra pretensión hablar de todos los casos, pero sí presentar una muestra de los males de nuestra sociedad para aspirar a una mejor. Buscamos también dejar constancia de que, detrás de cada personaje referido, hay una historia de dolor, sufrimiento, pobreza y muerte.
Miseria, locura, alcoholismo y prostitución son algunas calamidades que pretendemos mostrar en estas historias casi siempre asociadas al oprimido. Los casos recreados bien pueden encontrarse en cualquier rincón de nuestra sufrida patria. Esperamos que estas líneas inviten a inconformarnos con el mundo que nos ha sido dado, a desear y buscar una sociedad diferente, mejor. Una donde el ser humano sea alegremente célebre por su cultura, por su educación, por su creatividad, por su imaginación, por su arte, por su ética, por su patriotismo, por su humanismo. Una sociedad donde el ser tenga un desarrollo integral, pleno. Una sociedad donde el ser sea realmente humano y tenga una vida digna, acorde a su condición. Debemos ser capaces de ver el mañana para construir un mundo mejor.
Nota. Texto escrito en el año 2011 y sujeto a mínimas correcciones y precisiones en este año 2023. Por falta de espacios y oportunidades de publicación, dicho texto se mantuvo marginal y casi inédito. Es hasta ahora que se presenta al público en general con el valioso apoyo del sitio digital https://desdelospueblos.org/ , a quienes agradezco por su solidaridad.
Gracias por compartir y viabilizar una realidad negada a las miradas de quienes pueden pero no quieren hacer algo por esta población. Sin duda personas que con el tiempo se han convertido en personajes populares y que al interior de ellos y ellas hay una historia de dolor y sufrimiento.